A Jorge Riera

Que la tierra que te cubra sea ligera,
que los ángeles te lleven en su seno,
que te acoja el Señor de tal manera
que el pesar de mi voz te sea ajeno.

Que se funda tu alma en la alegría,
que te cubra mi Dios de su presencia,
que la luz que no cesa llene el día
en que abraces el Amor de su sentencia.

Y que sepas que hoy mi cuerpo dolorido
te recuerda en la belleza que mostraba,
tu caminar alegre y decidido.

Nada estará de nuevo donde estaba,
pero debes saber que no te olvido
y que un día nos reunirá la madrugada.

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