El personaje que soy

Ejercicio: Describe que personaje literario eres.


Debo padecer personalidad múltiple, pues (no puedo negarlo) tengo un personaje para cada ocasión.

Por las mañanas, cuando me despierto sin saber porqué, ya que mis biorritmos van a su bola, amanezco como el oso yogui en Yelowstone, cansado y hambriento. Y de hecho, como tal me comporto hasta que he ingerido mi primer café.

Tras el primer café de la mañana me convierto en Richard Castle, solo que sin millones, cochazo, yate, casoplón en los Hamptons y apartamento en Nueva York. Me siento al ordenador a aporrear furiosamente el teclado y a borrar a continuación lo que acabo de escribir. Tras un par de horas de esta gimnasia, guardo en mi ordenador el fruto de mi esfuerzo sin demasiadas esperanzas de utilizarlo alguna vez.

Si Carmen así lo decide, me convierto a continuación en Hoke, el chofer de “Paseando a miss Daisy” y conduzco prudentemente — con ella de copiloto  — en dirección a cualquier centro comercial.

Llegados al centro comercial adopto la personalidad de Mister Scrooge, el avaro del Cuento de Navidad de Dickens, mirando con recelo las transacciones comerciales que, inevitablemente, realiza mi mujer.

De vuelta en casa me calzo en la piel de Auguste Gusteau, chef de referencia en la película “Ratatouille”, siempre que la superioridad acceda a cederme la cocina.

Tras la comida paso a ser Batman después de una pelea con los malos, caigo rendido en la cama.

Por la tarde soy Sean Thornton, el boxeador irlandés de “El hombre tranquilo” y paso la velada plácidamente con mi Maureen O’Hara particular.

Al caer la tarde, cuando el calor deja de apretar, salgo con mi mujer a tomarme una cerveza al centro. Allí me reúno con otros amigos en un bar donde ponen cerveza, o mejor dicho, donde lo único que se puede tomar es cerveza, porque las tapas son espantosas.
Para entonces ya soy Bond, James Bond, tomando mi caña con aceituna, agitada, no batida.

Tras la descarga de glamour, regreso a casa cansado y me torno Mr Hide, gruñón y esquivo, hasta que me entierro en las sábanas como hacía Ricitos de Oro con la cama de los ositos.

Y así una y otra vez.

También tengo personajes para otras ocasiones, pero esto es un relato corto y no deseo aburrir a la concurrencia.

En estos momentos, por si no os habéis dado cuenta, soy Matias Prat.

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