Admiraba de ti tu inteligencia,
tu serena humildad, tu bonhomía,
la inmutable verdad de tus creencias
y la paz que tu silencio trasmitía.
Pero añoro con dolor, a pecho abierto,
el amor que repartiste sin medida
entre aquellos que tuvimos como cierto
que eras sólido puntal en nuestra vida.
Nos hiciste portar una corona
enseñándonos a andar contracorriente
en un mundo donde todo se cuestiona
Hoy contemplo tu mirada complaciente
en el nítido orgullo que blasona
formar parte de tu vívida simiente.