Ejercicio: Haz un relato de amor en el que intervenga la meteorología.
Lucía era una borrasca indomable. Venía del Norte de Europa arrasando a su paso diques y sembrados. Fría e impetuosa traía nieve, granizo y agua a raudales.
Jacinto era un anticiclón caribeño. Venía por el Este amansando las olas, caldeando el ambiente y dejando a su paso un húmedo bochorno tropical.
La casualidad quiso que se encontrasen en España.
Ni el uno ni la otra habían planeado nada. Las cambiantes isóbaras arrastraban a ambos hacia un inevitable encuentro.
La tormenta perfecta. Una ciclogénesis explosiva que iba a dejar huella en los anales de la historia meteorológica.
Primero llegó Lucía mojándolo todo con sus lluvias torrenciales y sus veloces vientos.
Se adueñó de la península de Norte a Sur y de Este a Oeste, y al toparse con el océano, se detuvo a observarlo un par de días.
Y fue precisamente por el océano por donde Jacinto, parsimonioso y cachazudo, vino a conocerla.
Las isobaras sufrieron una enorme convulsión. Altas y bajas presiones entraron en conflicto ante el repentino flechazo que unió a Lucía con Jacinto.
La atracción que sintieron el uno por la otra y viceversa daba a entender que el choque de frentes era inevitable.
Y llegó el día en que Jacinto y Lucía se besaron con una pasión que inundó, literalmente, media España.
Afortunadamente, en un par de días, la pasión dio paso a una cómoda convivencia.
Se alternaron días lluviosos con días soleados, hubo alguna que otra tormenta por el norte y vientos por el Sur que crearon en el estrecho rachas de marejada a fuerte marejada. A veces predominaba Lucía, a veces Jacinto; de tal manera, que el centro peninsular pasó por una etapa de mucha inestabilidad meteorológica.
Las previsiones decían que las tormentas irían cediendo a las altas presiones, y que el cielo se pintaría de nubes y claros.
Y así fue. Las temperaturas subieron suavemente.En el tercio Norte las precipitaciones se debilitaron y fueron desapareciendo poco a poco.
Es cierto que aún llegaron algunas tormentas ocasionales, pero en general, el comportamiento de la atmósfera no difirió mucho de aquello a lo que la primavera nos tenía acostumbrados.
Nihil novum sub sole. (No hay nada nuevo bajo el sol).