La mudanza

Escribe algo basado en la palabra «triquitraque».


Cansado estoy de tanto triquitraque,
dijo el conde de Odón a su criada,
que ese ruido que hacéis con el empaque
aventura una vajilla destrozada.

Haber si ponéis cuidado con la loza
y guardáis con suavidad la porcelana
que al subirla después a la carroza
va a perder su presencia cartujana.

Ese mueble, Fermín hay que fijarlo
con firmeza a las mantas que lo arropan
que las cuerdas sino van a rasparlo
con las patas de los muebles que lo topan.

Esa cesta va ahí, no tan arriba,
y esa canasta abajo, tras la mesa,
esa lampara de pie va sin espiga…
su pantalla saldrá en otra remesa.

Sube al carro Manuel y echa una mano
que si hacéis toda la carga desde el suelo
no va a entrar ni el espejo ni el piano.

El armario ropero se ha movido
una cuarta a la derecha y ya no entra
la armadura del abuelo Casimiro
ni el baúl con las cosas de la imprenta.

Me tenéis hasta el gorro chiquichancas
o empezáis a ponerle mas esmero
o volando vais a ver todas las chanclas
que guardaba la señora en el ropero.

La mudanza de la casa solariega
desde Villarrondón hasta Calanda
hizo al conde prudente y estratega.

Y al quedar la mansión medio vacía
ese enorme arsenal de cosas viejas
hizo del carro que Ernesto conducía
un enorme y singular rompecabezas.

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