El rio y yo

Siempre te veo ahí, siempre silente,
pues tus aguas profundas no hacen ruido
por no privar de cortés a lo valiente.

Vengo a verte de penas consumido
para hacer a tu cauce confidente,
y fundirme con tus aguas diluido
en el dulce devenir de tu corriente.

Vengo a ti a encontrarme con la vida
que palpita feliz en tus veredas,
a escuchar la ruidosa bienvenida
que da el viento al cruzar tus alamedas,
a tender junto a ti mi alma vencida,
y esperar que la magia que desvelas
cicatrice los tajos de mi herida.

Tu siempre estás ahí, siempre silente,
siempre dispuesto a ser mudo testigo,
siempre conciliador, siempre paciente.

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