Una mancha de carmín

Escribe un relato inspirado por la frase «Una mancha de carmín en la camisa»


– Luis, ¡esto es un desastre!
– ¿Qué pasa Manolo? – preguntó Luis alarmado.

Manolo, por toda respuesta señaló una mancha de carmín en su hombro izquierdo, cerca del cuello.

– Manolo -dijo Luis con cara de asombro- ¿Qué has hecho?
– Yo no he hecho nada, Luis, te lo prometo, ha sido un accidente.
– Pues accidente o no, como lo vea Rebeca te va a dar la del pulpo.
– Ya lo sé, por eso necesito tu ayuda.
– ¿Y que puedo hacer yo?
– Préstame tu camisa….

Luis meditó unos segundos antes de contestar

– Vamos a ver Manolo, que tu usas una XXL y yo una M. Si te pones mi camisa vas a ir enseñando el pecho debajo de la corbata.
– Es verdad, Luis, es verdad. Es que no se que hacer.
– Vamos a ver si podemos limpiarla… y me cuentas como ha sido el tema.

Camino del servicio de caballeros, Manolo fue explicándole a Luis el desarrollo de los acontecimientos. Parece ser que Manolo había ido con Luisa, la secretaria, al almacén a por unos documentos del año 93 que necesitaba el Jefe. Como habían pasado veinte años, los documentos estaban metidos en una caja en lo alto de una estantería, de modo que la secretaria le pidió a Manolo que le ayudase con la escalera para bajar la caja. Manolo, muy solícito, se ofreció a bajarla él, pero Luisa insistió en que solo necesitaba que le sujetase la escalera.

Sosteniendo la escalera de tijera con las dos manos indicó a Luisa que podía subir y esta, con gracilidad y diligencia, se encaramó a ella. Cogió la caja, se la pasó a Manolo, que la depositó en el suelo, y procedió a bajar las escaleras bajo la atenta mirada de su compañero. Quiso la fortuna, o mejor dicho, la mala fortuna, que los zapatos de tacón de Luisa le gastasen una mala pasada haciéndola resbalar en los últimos escalones. Manolo, para evitar que Luisa diera con sus huesos en el suelo, se aprestó a retenerla, fundiéndose con ella en un abrazo inesperado que puso los labios de Luisa en el hombro de Manolo, manchándose la camisa con algo que, a simple vista, se adivinaba un beso.

Tenía Manolo una mujer, Rebeca, extremadamente celosa y mas temperamental que la media, que de ninguna manera iba a pasar por alto la mancha. De ahí la zozobra que invadía a Manolo en esos momentos.

Ya en el servicio de caballeros Luis le pidió a Manolo que se quitara la camisa para poder limpiar bien la mancha. Así lo hizo Manolo y con una toallita de papel húmeda impregnada de jabón, Luis se aplicó a conciencia con la mancha. El resultado fue desastroso, la mancha, lejos de desaparecer aumentó de tamaño dejando claro que tras la mancha, se había intentado ocultar el cuerpo del delito. En los minutos siguientes la mancha fue tratada con quitamanchas, bicarbonato, vinagre, alcohol de 96, pasta de dientes, acetona y disolvente para pinturas. Tras los sucesivos intentos de limpieza la mancha ocupaba un área de aproximadamente un palmo de ancho por uno de largo. Era de color rosa chicle, nada que ver con el seductor carmín de los labios de Luisa, pero resultaba también inexplicable. Uno de los compañeros de la oficina que se había unido a las tareas de limpieza, argumentó que podían darle una puñalada a Manolo en el hombro para que la sangre disimulase la mancha, propuesta que, pese a ser recibida con entusiasmo por todos sus compañeros, Manolo se negó a aceptar. Al final, siguiendo la lógica de tapar la mancha con otra peor, bajaron al garaje con la camisa y la restregaron por los bajos de un par de coches y por el suelo para aparentar que la camisa se había manchado mientras se cambiaba una rueda. Cuando subieron de nuevo al servicio para darle la camisa a Manolo, esta parecía haber sido arrebatada a la fuerza a un indigente y, aunque la mancha de carmín estaba disimulada, tampoco le pareció a manolo una buena idea personarse en casa con semejante atuendo.

La cosa terminó con Luis en el Corte Inglés comprando una camisa nueva para Manolo (de talla XXL) y la camisa manchada en una bolsa de basura que Manolo llevaría a casa para justificar la compra de la nueva camisa. Ni que decir tiene que Rebeca reprendió a manolo severamente por ser tan descuidado en sus labores de mecánico de automoción, pero fue una riña que Manolo aceptó gustoso.

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