Jia Li

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Jia Li nació el sexto año del dragón de la dinastía Qing.

Su padre, medico de la corte, tuvo un hijo y tres hijas antes de enviudar, de ellas Jia Li era la menor. El hijo fue educado para seguir los pasos del padre y formar parte del cuerpo médico del Palacio Imperial y a las hijas se las instruyó para ser buenas esposas.

Haoyu, que así se llamaba el varón, aprendió cuanto pudo para ser médico, pero no poseía la aptitud ni la vocación. A los veintitrés años, en una de sus primeras intervenciones como médico, ocasionó la muerte del hijo de un shogun al errar en el diagnóstico y suministrarle el remedio equivocado. El Emperador, azuzado por la ira de su general, ordenó la ejecución de Hayou, con lo que la familia del médico quedó sin primogénito y, lo que era peor, sin varones.

El hecho de que un hijo hubiera sido reo de muerte, provocó la caída en desgracia de la familia, rompiéndose los compromisos de matrimonio que con los nobles locales había pactado el padre para sus hijas.

Sumido en una inmensa depresión Tao, que así se llamaba el médico, pidió permiso para prestar servicio en la frontera, donde las continuas incursiones mongolas, hacían indispensable la presencia de médicos. Autorizado a ello, marchó con sus tres hijas a Chahar, al norte del Imperio y se estableció en Kalgán, capital de la región, donde se puso al frente de un pequeño hospital.

De sus tres hijas, solamente Jia Li pareció adaptarse a la nueva vida. Sus hermanas mayores, deseosas de regresar a la corte, instaron a Tao a que estableciera compromisos con oficiales del ejército, pues los triunfos en el combate eran la vía mas rápida para formar parte de la Guardia Imperial y, en cualquier caso, ser la esposa de un oficial aseguraba una buena posición social y una vida razonablemente cómoda.

Jia Li decidió estudiar. Lo hizo a escondidas, pues no quería que su padre tomara sus deseos como una forma de rebeldía. Empezó por ayudar a su padre con el jardín medicinal del hospital alegando una supuesta afición por las flores. Sin perder tiempo aprendió cuanto pudo de las propiedades curativas de las plantas, se hizo con la escasa bibliografía que encontró y la estudió con pasión. Elaboró sus propios apuntes recopilando en ellos cuanta información, oral o escrita, recibía al respecto. Y, cuando consideró que tenía los conocimientos necesarios, pidió a su padre que le permitiera trabajar en una de las farmacias de la capital. Algo que Tao aceptó a regañadientes. Allí aprendió a elaborar medicamentos.

Mas pronto que tarde, los conocimientos adquiridos y su entrega a la botánica, empezaron a dar frutos en forma de una fama bien merecida. Sus elaboraciones empezaron a cotizarse entre la población de Kalgán y en poco tiempo se distribuían por toda la región. Sus alabados ungüentos llegaron a Beijin en manos de los oficiales que fueron llamados a formar parte de la Guardia Imperial. La preferencia de estos por las recetas de Jia Li llamaron la atención de los boticarios de Palacio que supieron apreciar enseguida la delicadeza y eficacia de los fármacos.

Transcurridos tres años, al cumplir los veinte, recibió la orden de trasladarse a Palacio para formar parte de la Farmacia Imperial. Así, la hija que no hizo nada por regresar a la corte, fue la única de su familia que alcanzó su objetivo: recuperar el prestigio de su apellido y asegurar una buena vejez para su padre.

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