Haz un relato con lo que te inspire esta foto:
– Hola 89, ¿Cómo ha ido la vigilancia?
– Bien, ya he informado a Central. El objetivo estuvo en el nido hasta las 03:50, luego se desplazó hasta el punto Z, y efectuó la transacción habitual.
– ¿Había mucha protección?
– La habitual, media docena de gorilas.
– ¿Te ha dicho Charlie si hay que hacer algo fuera de lo planeado?
– No, cíñete a lo dicho. Ver, oír e informar.
– ¿Qué usaremos hoy como codificador?
– La cinta 17.
– ¿La del Fari?
– Si
– ¡Vaya por Dios!, es la tercera vez que me toca “el Fari”.
– No te quejes, a mí me ha tocado la de “los chunguitos”.
– Ok, tomo el relevo. ¡Que descanses!
Llevaban más de una semana con esta rutina. Las operaciones de contraespionaje son muy aburridas… tanto que es fácil que se te escapen los detalles importantes. Además, la tapadera del taxi obligaba a hacerlas en solitario.
Como hasta las doce de la mañana no solía levantarse el objetivo, y los micrófonos puestos por toda su casa daban buena cuenta de ello, el agente 103 aprovechó para hacer unas cuantas carreras. Nada impedía a los agentes ganarse unas pesetillas para pagarse el almuerzo. La Agencia hacía la vista gorda porque al final salía a cuenta no correr con los gastos de manutención de los agentes. Eran una agencia modesta.
El día transcurrió sin novedad y la noche fue larga y aburrida, los miércoles no había intercambios.
103 aprovechó para ir adelantando el informe antes del relevo. El papeleo le pesaba una barbaridad. Cuando ingresó en la Agencia se imaginaba tirándose en paracaídas, infiltrándose en fiestas de etiqueta en embajadas y cosas así… pero la realidad era muy diferente.
A la mañana siguiente se encontró de nuevo con 89.
– ¿Qué haces aquí?, ¿no le tocaba a 67?
– Si, pero se ha puesto enfermo… una lata de sardinas en mal estado. Han tenido que llevarlo al hospital.
– ¿Habrá sido una acción del enemigo?
– No creo, ya sabes que 67 es muy cutre con el dinero.
– En fin, 89, ya he informado a central, no ha habido nada.
– La cinta de codificación que te toca es la 46.
– ¿Falete?… ¡Vaya tela!, ¡A ver cuando me toca Sinatra!
– Bueno, me voy a casa que estoy molido.
– Tenemos que dejar de vernos así – dijo 89 con una sonrisa.
– Y que lo digas, 89, y que lo digas…