Escribe un relato con lo que te inspire esta foto.
Conocí a tu madre en la primavera del año 1945.
Yo trabajaba entonces como contable en una fábrica de hilaturas que tenía sus oficinas en la calle Salmerón.
Con cierta frecuencia, al salir del trabajo por la tarde, veía a un grupo de chicas reunidas en las escaleras de una finca. De pie unas, sentadas otras, pasaban la tarde charlando animadamente ante la mirada fugaz de los viandantes.
Confieso que me fue literalmente imposible no fijarme en tu madre.
Alta, delgada, estilosa y guapa hasta decir basta, tu madre era la flor principal de ese ramillete de jóvenes que adornaba las tardes de la madrileña calle Castelar.
Pasó bastante tiempo hasta que tuve la oportunidad de hablar con ella. Fue una mañana de abril en la que tuve que salir del trabajo para comprar material de oficina. Me dirigí a la papelería de la esquina con Sagasta y al entrar en ella la vi detrás del mostrador.
Cuando me vio entrar mostró, o al menos así me pareció, cierta sorpresa. Esperé pacientemente mi turno y cuando le tocó atenderme me regaló una hermosa sonrisa. Tartamudeé como pude el pedido, lo pagué y salí de la papelería maldiciendo mi timidez.
A partir de ese día, mis necesidades de material de oficina aumentaron considerablemente.
Supe, por la charla informal que nos permitíamos cuando no había otros clientes esperando, que era oriunda de Santander, hija de Guardia Civil, y que llevaba viviendo en Madrid unos diez años. Yo, por mi parte, le conté algunos detalles de mi vida, y así estuvimos unos meses hasta que me armé del valor suficiente para invitarla a un café.
A ese café siguieron unos cuantos más, y a ellos alguna que otra comida. A los siete meses de la primera cita ya éramos novios y al año y medio nos casamos en la iglesia de Santa Barbara.
Pero esta historia ya la sabes porque tu madre te la habrá contado miles de veces.
Me tienes que perdonar, hija mía, pero es que al ver esta foto se me han removido los posos hasta los cimientos.
La echo tanto de menos… ¿A que era guapísima?