Discurso de la felicidad

Ejercicio: Escribe lo que se te ocurra con la frase «La felicidad es un trozo de pan con mantequilla»


(Del Quijote Apócrifo de Mairena del Alcor).

“Camino de Arevalillo de las Posadas, tras cruzar las tierras del Marqués de Hiendelaencina, hallábanse escudero y caballero enfrascados en comentar las vicisitudes de la aventura que Don Alonso había empezado. Lo uno llevó a lo otro y acabaron hablando sobre lo divino y lo humano y las cosas que en la vida tienen o no importancia.
En ello estaban cuando Don Alonso inició el siguiente discurso:

—Has de saber Sancho, amigo, que nada hay que empeñe la voluntad del hombre más que el hallazgo de la felicidad.
Cree el común de los mortales, según alcanza mi entendimiento, que el hombre es traído al mundo con la misión de ser feliz. Y no hay en esta afirmación más que mentiras y trampas.
Dice la Santa Madre Iglesia, y dice bien, que nuestra vida se resume en una penosa marcha por un valle de lágrimas o, como diría la Santa de Avila: una mala noche en una mala posada.
No quiero con ello decir que no deba el hombre aspirar a la posesión de la felicidad, sino que esta posesión, si es que la alcanza, será siempre efímera, pues la felicidad es una situación que se encuentra entre dos penurias, aquella de la vienes y aquella a la que te diriges. Y siendo consciente de ello, será capaz el hombre de alcanzar, breve y gozosamente, ese estado beatífico que llamamos felicidad.
He de poneros un ejemplo para que comprendáis cabalmente lo que en mi disertación intento transmitiros.
Yo, por ejemplo, alcanzo ese estado cuando, tras luchar ferozmente contra algún mago de negras intenciones o algún gigante que atemoriza a los buenos aldeanos, obtengo la victoria. Encuentro la felicidad en poder relatar, sin decir mentira, la gran hazaña realizada como muestra de amor y devoción a mi amada Dulcinea.
Mas bien sabéis, por haber sido testigo de ello, que no pasará mucho tiempo sin que alguna otra hazaña se presente ante nuestros ojos, pues es destino del caballero empeñar la salud y acaso la vida en hacer justicia al débil que siempre halla quien, cegado por sus vicios, intenta dar abuso de él.
Así es de frágil la felicidad, amigo Sancho, y es menester aceptar aquestas cosas para poder percibirla en su inapelable brevedad. ¿Entendéis lo que os digo mi buen Sancho?

—Voto a tal que sí, mi Señor, y que estoy en acuerdo con todo lo que tan sabiamente habéis dicho. Más es menester que paremos a descansar un poco que están las bestias fatigadas y precisan atención. Yo, mi señor, por no haber tenido estudios ni haber hecho juramentos, no puedo alcanzar la felicidad en las lides que contáis, pero si es cierto que llego a entender lo que decís cuando, tras una agotadora jornada de aventura, puedo, a la lumbre, saciar mi hambre con un trozo de pan con mantequilla.

—Bien decís Sancho que la felicidad puede encontrarse en un trozo de pan con mantequilla, y he de añadir que aquel que no sea capaz de verla en tan pequeña cosa, jamás podrá verla en las cosas grandes.”

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